En el mundo actual, comprender y gestionar la huella de carbono es crucial para las empresas que pretenden alcanzar objetivos de sostenibilidad.
A medida que aumenta la concienciación mundial sobre los problemas medioambientales, las empresas reconocen la necesidad de adoptar prácticas sostenibles. Al controlar y reducir eficazmente sus emisiones de carbono, las empresas contribuyen al esfuerzo continuo para hacer frente al cambio climático.

La huella de carbono es la cantidad total de emisiones directas o indirectas de gases de efecto invernadero (GEI) causadas por un individuo, evento, organización, servicio, lugar o producto, expresada en CO2 equivalente (CO2 e), a lo largo de su vida útil.
Los gases de efecto invernadero (GEI) constituyen un grupo de gases que contribuyen al calentamiento global y al cambio climático. Hay siete gases cubiertos por el Protocolo de GEI, que son el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O), los hidrofluorocarbonos (HFCs), los hidrofluorocarbonos (PFCs), el hexafluoruro de azufre (SF6) y el trifluoruro de nitrógeno (NF3).
Las emisiones de GEI se calculan como CO2 equivalente (CO2e) utilizando el potencial de calentamiento global (GWP100) pertinente a 100 años.
La huella de carbono corporativa (CCF) engloba todas las emisiones de GEI de una empresa durante un periodo de tiempo.
La huella de carbono del producto (PCF) se refiere a todas las emisiones de GEI de un determinado producto a lo largo de su ciclo de vida.
La huella de carbono del producto debe asociarse siempre a un ámbito o límite, siendo los más comunes:
De la cuna a la puerta: utilizado principalmente para productos de empresa a empresa (B2B). Permite medir las emisiones totales de GEI desde la extracción de las materias primas hasta la fabricación de los productos, hasta la puerta de la fábrica (es decir, antes de que se transporten a los clientes).
De la cuna a la tumba: se utiliza sobre todo para los productos de empresa a consumidor (B2C). Permite medir las emisiones totales de GEI desde la extracción de materias primas hasta la fabricación, distribución, uso y, finalmente, eliminación de los productos.
El Protocolo de GEI proporciona normas y directrices para contabilizar y notificar las emisiones de GEI a empresas, gobiernos y otras organizaciones. Está elaborado por el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD).
El Protocolo de GEI divide las emisiones de una empresa en tres categorías:
Scope 1: emisiones directas de GEI procedentes de fuentes propiedad o controladas por la empresa. Incluye instalaciones de la empresa y vehículos de la empresa.
Scope 2: emisiones indirectas de GEI relacionadas con la energía procedentes de la generación de electricidad, vapor, calefacción y refrigeración adquiridos.
Scope 3: otras emisiones indirectas de GEI procedentes de fuentes que no son propiedad ni están controladas por la empresa. El scope 3 se divide en dos categorías:
Las actividades previas incluyen bienes y servicios adquiridos, bienes de capital, actividades relacionadas con el combustible y la energía, transporte y distribución previos, residuos generados en las operaciones, viajes de negocios, desplazamientos de los empleados y activos arrendados.
Las actividades posteriores incluyen el transporte y la distribución posteriores, el procesamiento, el uso y el tratamiento al final de la vida útil de los productos vendidos, los activos arrendados, las franquicias y las inversiones.
Al adoptar el Protocolo de GEI, las empresas pueden crear inventarios precisos de GEI, identificar áreas clave para la reducción de emisiones y desarrollar estrategias para alcanzar los objetivos de sostenibilidad.
Para empresas como Lhoist, especializadas en la industria de la cal, la dolomita y los minerales, calcular su huella de carbono es clave para reducir su impacto ambiental y promover prácticas sostenibles.
En Lhoist estamos comprometidos con la sostenibilidad y trabajamos activamente en varias iniciativas para reducir nuestra huella de carbono. La primera es la flexibilidad y eficiencia del combustible. En la medida de lo posible, Lhoist se centra en el uso de combustibles renovables, la transición a la biomasa y la modernización de plantas y hornos para ser más eficientes. Esto contribuye a reducir las emisiones de CO2 de Lhoist procedentes de la combustión de combustibles y apoya nuestros esfuerzos de descarbonización.
La compra de electricidad procedente de fuentes renovables es otra de las prioridades en el camino de Lhoist hacia la reducción de emisiones. Además, se están desarrollando proyectos como parques fotovoltaicos en varios de los centros de producción de Lhoist.
Asimismo, estamos trabajando en el desarrollo de diversos proyectos de captura, utilización y almacenamiento de carbono (CCUS) para reducir nuestra huella de CO2 en los próximos años.
Fuente: https://ghgprotocol.org/